domingo, 29 de abril de 2007

LA VAGABUNDA DE LUPE

En el año 1993, mi padre tenía una pequeña finca entre Castilla y San Bartolomé (Pácora-Caldas), en un lugar llamado El escobal. Pues bien, la finca La Rubiela era el patrimonio de mi padre con un hermano; por la geografía montañosa típica de este lugar si se caía un grano de café se debía recoger al final de la cuesta; en estas tierras no se ponía en pie ni un gato herrado; pero eran custodiadas por Tarzan, un perro criollo de suprema agilidad para atravesar las cañadas y los desfiladeros con tanta rapidez que el mismo mayordomo de la finca se quedaba asombrado con las proezas de tan valioso can.
En una alborotosa tarde, de gallinas revoleteando de loma en loma, Tarzan para las orejas y en un solo resoplo emprendió una veloz carrera tras un lobo que estaba azotando las gallinas, en cuestión de minutos se le vio cruzar alambrados al otro lado de la montaña; gruñidos, ladridos, quejidos rodaban por los pastizales hasta que lo único que se escuchaba eran los gritos de pedro, el mayordomo, quien llamaba a todo pulmón a su perro tarzan. 30 minutos se demoro pedro en ir hasta el sitio donde se hallaba Tarzan con el hocico en sangrado, una pata coja, y el lobo muerto.

No creo que mi perra Lupe; citadina de nacimiento, con una vida tan monótona como la de cualquiera de los que estamos alojados en estas selvas de pavimento, tenga la agilidad de cruzar cañadas, barrancos, pastizales y demás obstáculos de la vida del campo con tal rapidez como lo hacia su parentesco Tarzan. Es increíble pensar que la vagabunda de Lupe, quien fue adoptada por mi esposa y por mi después de encontrarla mojada y temblando del miedo al pie de un punte en un día lluvioso, conserve los instintos naturales territoriales tan fuertes como los de Tarzan.
Según estimaciones existen en todo el mundo alrededor de 600 razas de perros, y determinar la población de estos animales es muy difícil ya que hay demasiados perros abandonados que se reproducen sin control. (Una perra y su descendencia producen 67.000 crías).

lunes, 23 de abril de 2007

LA NATILLA DE MI TÍA ROSALBA

Recuerdo cuando tenia 10 años de edad y me daba miedo ir a la casa de mi abuela los días lunes y miércoles en la tarde; trataba de esquivar la típica costumbre de pilar el maíz (golpearlo con un trozo de madera en un especie de tronco hueco o pilón) hasta que el grano quedara listo para la masa de las arepas y/o la mazmorra de la semana; pero el miedo lo tenia bien calibrado en los días en que dicha tarea no se hacia, pues no había tal delicia que disfrutar de una taza de mazmorra a las 4:00 PM con un buen trozo de panela los martes y jueves. Para la fortuna mía y de mis tías, quienes eran las que preparaban dicho manjar; y yo, quien pilaba el maiz; con el pasar de los días hasta las recetas típicas paisas se modernizaron, y ahora ya se encuentra todo listo para consumir en cualquier supermercado.
Si era solo para la mazmorra, la preparación de la natilla en navidad era uno odisea de varias horas.

Receta para preparar la Natilla típica paisa.

Se ponen a cocer 2 kilos de maíz, ya trillado (golpeado en el pilón) dejándolo un poco duro. Al día siguiente se muele, se disuelve en 9 litros de leche y 1 litro de agua, se pasa por un colador o totuma con huecos y el afrecho que quede se muele nuevamente, se disuelve en la leche y se cuela por un cedazo fino. Esta operación se repite hasta que quede el afrecho limpio. La masa que quede asentada se escurre, se muele también, se disuelve en un poco de leche y se cuela hasta que no deje residuo. Hecho esto se agregan 4 libras de panela blanca partida en pedazos. Se pone al fuego en pailas grandes, revolviendo constantemente, hasta que este muy cocida. Un ratico antes de bajarla se le pone astillas de canela. El punto se sabe poniendo un poco en un plato, cuando al enfriarse despegue bien. Se vacía en moldes o bandejas seco. No debe hacerse a fuego vivo, porque puede ahumarse.

sábado, 21 de abril de 2007

NEIVA PARA TODOS LOS GUSTOS

Mas allá de atentados, guerrilla, secuestros, escandalosos políticos y otros no tanto, tenemos a una ciudad de fiesta, calor y sonido de bambuco. Sus habitantes quieren hacer del turismo uno de sus más importantes atractivos y están trabajando para lograrlo.
La mayoría de las referencias que se hacen de Neiva apuntan a su Festival del Folclor, en el que el ritmo del bambuco es rey y la ciudad se vuelca entera a gozar los placeres de las fiestas de San Pedro y San Juan durante más de una semana en el mes de junio.
Sin embargo, la capital del Huila quiere convertir la calidez de sus gentes y sus espacios urbanos y rurales en un centro importante del turismo en Colombia. Le recomendamos que aproveche las diferentes ofertas que tiene esta capital, pues seguro encontrará el plan ideal para su gusto.


lunes, 16 de abril de 2007

EL DESCUBRIMIENTO DE PÁCORA

¡No ha oído el cuento de un pacoreño que fue al cielo? Es un poco simple pero rigurosamente histórico:

Sucedió que un día murió un pacoreño – por que los pacoreños también se mueren- y fue derecho a las puertas del cielo. En ellas naturalmente, encontró a San Pedro, quien, como es de ordenanza, le pregunto de donde venia.
-Vengo de Pácora, señor –contesto el otro.
-¿De Pácora? ¿Pero donde queda eso? –Dijo San Pedro con cierta desconfianza-. Yo no he oído mencionar ese lugar; tal vez es que usted se equivoca.
-No, señor -le respondió el pobre hombre-. Pácora es un pueblo que queda precisamente entre Santa Bárbara y Salamina. ¡Todo el mundo sabe!
En ese momento llego el encargado del departamento geográfico del cielo, y San Pedro le expuso sus dudas. El encargado se caló los anteojos, y consulto con cuidado algunos mapas y varias carteras del apuntes. Al cabo, resumió:
Pues aquí consta la existencia de Neira, de Aranzazu, de Salamina y hasta de Manizales, pero no se dice nada de Pácora ¡lo más probable es que no exista!
Sin darse por vencido el buen pacoreño, siguió insistiendo, hasta que San Pedro para terminar la cuestión de una vez resolvió llamar al Padre Eterno. Él que lo sabe todo, hasta lo más oscuro y pequeño, debería decir si Pácora era una realidad en la tierra, o una ilusión imaginaria de aquel recién llegado.
En efecto vino el Padre Eterno y lo pusieron al corriente del asunto ¿y que creéis que sentenció? Pues dio unas vueltas por la estancia, con el dedo índice en el entrecejo, como hacen los que quieren recordar algo difícil, se atusó la barba varias veces, miro luego hacia el techo, después hacia el suelo, y, al final, parándose dubitativo frente a San Pedro, exclamo:
-Hombre ¡qué te parece que yo tampoco sé donde queda Pácora!...

Sin embargo Pácora existe. No es una metáfora geográfica ni los pacoreños son personificaciones de algo imaginario. Yo lo puedo imaginar porque acabo de hacerle descubrimiento de Pácora. Si, amigo mío, así como suena. ¿Es que solo los Peary, los Cock, Los Admundsen, pueden correr los peligros de las grandes excursiones, y descubrir regiones ignoradas? ¡También un modesto periodista estaba destinada la gloria de llegar a plantar su sombrero en la percha, virgen quizá, del Hotel Pácora!... Pero me figuro que a usted, como periodista, le interesa por ahora saber que, efectivamente, entre Santa Bárbara y Salamina, hay una población que se llama Pácora, hasta cuyas puertas no es imposible llegar algún día, si se pone en la empresa un poco de heroísmo.
Fragmento del libro original: Miguel Escobar Calle